“Don insobornable e inescrutable de la vocación que a diario reclama enriquecer las circunstancias”.
José Ortega y Gasset, en un artículo para El Espectador de 1929, escribía atinadamente: “hay una vieja noción que es preciso rehabilitar, dándole un lugar más importante que nunca ha tenido: es la idea de la vocación” (p.655), lo que indica que la noción de vocación fue para Ortega un desafío permanente e insistente. Incluso en el texto En torno a Galileo afirmó con gran precisión metafísica: “La voz que llama al auténtico ser es lo que llamamos vocación” (1933, p.138).
Uno de los conceptos por el que más se conoce a este filósofo español es el de “yo soy yo y mi circunstancia”, expresión que si no es complementada: “y si no la salvo a ella, no me salvo yo” (1914, p.322) queda inconclusa y su sentido se puede tergiversar. Desde este punto de vista no se puede concebir la vocación ajena y distante de las circunstancias, por el contrario, la vocación se origina en unas circunstancias muy concretas y actuales. Según Ortega, las circunstancias son las cosas que me rodean, lo que me sucede en el mundo, en mi lugar de trabajo, en mi familia, las creencias que tengo, la generación a la cual pertenezco, mi tradición; en definitiva mi otro yo, por eso la vocación y las circunstancias constituyen un diálogo permanente; vocación y circunstancias son complementarias e inseparables.
En diferentes escritos, Ortega es muy contundente al hablar de la vocación, según la expresión del poeta Píndaro: “Llega a ser quien tienes que ser”, principio orientador que manifiesta la autenticidad de la vocación, el deseo de deseos, la verdad propia de cada persona; quien desoiga esta voz silente, pero profunda, desoye su vocación; por tanto, soborna su fondo insobornable.
Este ser vocacional: “llega a ser quien tienes que ser” (1940, p. 514) puede ser falseado, inautenticado por el virus de las nueve efes que degradan la felicidad, palabra compuesta por nueve letras. Un virus es un síntoma que estanca la energía y manifiesta claramente que algo está funcionando mal, además de ser un indicio y un llamado de atención sobre un problema que está a punto de desatar un sinnúmero de complicaciones. El virus, dada su simplicidad y versatilidad, es considerado altamente contagioso. Haciendo una relación con el campo cultural se puede hablar de: facilismo, falsedad, fanfarronería, fragilidad, frivolidad, fastidio, fugacidad, fanatismo y fascinación; como los virus que afectan y degradan la vocación.
1. FALSEDAD
La falsedad se ha definido como la falta de conformidad entre las palabras, las ideas y las cosas. José Ortega y Gasset, entiende la verdad como una fidelidad a un proyecto; por tanto, la falsedad tiene que ver con la infidelidad. Aquel que no es lo que tiene que ser, es un falso, embustero y un payaso además. Lo más real, preciado y contundente de una persona es su coherencia y congruencia entre lo que dice y hace, cree y hace; la vocación exige la autenticidad como expresión del ser.
2. FACILISMO
La facilidad, según la Real Academia, es entendida como la disposición para hacer algo sin ningún esfuerzo. Facilidad y facilismo no son lo mismo, hay que procurar que las cosas sean fáciles. Decía Ortega: “Nada debilita tanto los profundos resortes del viviente como el exceso de facilidades”. El facilismo conduce a la instalación y al olvido de las grandes metas, mientras que la facilidad hace que reservemos y empleemos las fuerzas en lo más propio de nuestro ser. Parecería que hablar de dificultad y esfuerzo personal, incluso de sacrificio, en este tiempo, fuera un atentado contra la dignidad de la persona.
3. FRAGILIDAD
La fragilidad hace referencia a algo quebradizo y débil que con facilidad se despedaza. Fragilidad, vulnerabilidad, debilidad e indefensión son términos que expresan la poca capacidad de defensa que tiene una persona a la hora de enfrentar las adversidades que le presenta el mundo. Por ello, ante la menor dificultad la persona se afecta, se desanima y termina sin esperanzas y sin motivaciones para cumplir sus cometidos; situación que niega la posibilidad de explorar una serie de potencialidades que están en lo más profundo de cada persona.
4. FRIVOLIDAD
Una persona frívola se cataloga fría, insensible y ligera, con mínimo interés por la realidad y el sufrimiento de las otras personas. Generalmente, al frívolo poco le atañen los temas que tienen que ver con el bien común, por eso el frívolo responde a penas superficialmente ante el clamor y las necesidades de los demás, al frívolo le importa más la forma que el contenido. Es posible que la mucha tecnología nos esté volviendo frívolos, haciéndonos perder la sensibilidad ante los problemas sociales.
5. FANFARRONERÍA
El fanfarrón es la persona que se precia o presume de lo que no es, alardea de cualidades que en realidad no tiene, además se presenta prepotente, arrogante, insolente y bulloso. Al fanfarrón le gusta aparentar y mostrarse, su supuesta identidad y seguridad están en las marcas que ostentan, mas no en su ser y riqueza personal, además el fanfarrón es un falso personaje que vive pregonando sus fantasías y apariencias.
6. FASCINACIÓN
La persona fascinada vive atraída e impresionada por intereses y capacidades de personas ajenas, tales como un actor, cantante, deportistas, o también puede ser un espectáculo. El fascinado se deja seducir con facilidad y pierde sutilmente su solidez personal. Ocurre en muchas situaciones que el fascinado no vive desde sí mismo, sino desde el brillo de los demás; por eso crea ídolos y se cierra a reconocer las deficiencias y defectos de ellos. En la fascinación aparece el brillo, en la admiración el resplandor.
7. FASTIDIO
Se ha entendido el fastidio como el disgusto, malestar y hastío, incluso tedio que siente una persona por causa de algo o de alguien. Una manera de presentarse el fastidio como categoría existencial ante la realidad es viendo la actitud de muchas personas que no le encuentran sentido a nada, todo es monótono e insignificante; en palabras de Sartre, se diría que todo les repugna y les produce náusea. Además, no disfrutan de nada, todo lo ven negativo, su misma vocación se les presenta como una carga insoportable.
8. FANATISMO
El fanatismo es una pasión exacerbada, desmedida y tenaz por una idea o una creencia, que hace que la persona se muestre intolerante con respecto a los que piensan, sienten y creen distinto. El fanático pone sus ideas por encima de las personas, además se enceguece y absolutiza tiempo, espacio y personas, imponiendo a los demás su propia cosmovisión; por eso el fanático carece de espíritu crítico, porque solo se aferra a algo. El fanático no se abre a otras realidades y otras lecturas.
9. FUGACIDAD
La fugacidad se entiende como algo de una duración muy breve y pasajera. Una de las características de la sociedad líquida, según Bautman, es lo fugaz, cuya máxima expresión y vivencia se sintetiza en ‘úselo y bótelo’. Por eso aparecen amores, vocaciones, relaciones y trabajos líquidos, cuyo denominador común es la fugacidad, que se expresa en la dictadura e idolatría de la velocidad; con la misma ligereza que aparece algo, desaparece. Una manera de poner en jaque la fugacidad es preguntando por el mañana, solo es posible avanzar cuando se mira lejos y no solo lo instantáneo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ORTEGA Y GASSET, José. (1983) Obras completas. Madrid: Revista de Occidente. Alianza -Editorial 1983.
_______________ (1914) Meditaciones del Quijote. Vol. 1
________________ (1929) El Espectador. Vol. 2.
________________ (1933) En torno a Galileo. Vol. 5
________________ (1940) Vives- Goethe. Vol. 9
Artículo publicado en la revista El Sembrador. Seminario diocesano Nuestra Señora. Año 2013. N. 33
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