jueves, 23 de enero de 2014

EL MUNDO NO ES CUADRADO, ALGUNOS IDOLOS LO HACEN VER CUADRADO



José Raúl Ramírez Valencia.
Los ídolos no sólo tienen que ver con el dinero, el poder o el placer, ni tan solo con diferentes personajes de la farándula o del deporte que en no pocas ocasiones son divinizados. Existen otros que soterradamente pueden ser más peligrosos y más comunes que los antes mencionados. Francisco Bacon, conocido filósofo moderno, con gran perspicacia definió a los ídolos como nociones o imágenes falsas creadas en la mente, y que constantemente aparecen y se repiten en diferentes escenarios de la sociedad. Estos ídolos están presentes en empresas, instituciones, parroquias…En fin, en cada uno de nosotros -consciente o inconscientemente- se acentúan los ídolos en el trabajo cotidiano.


El primero es el ídolo de la tribu, nombre con el cual se quiere designar los prejuicios que tenemos y nos fabricamos ante la posibilidad de lo nuevo; creemos que la verdad y la seguridad se encuentran en lo que venimos haciendo y por ello no nos atrevemos a innovar o apostarle a nuevas propuestas. Con este ídolo Bacon hace ver que la mente humana es muy conservadora y tradicionalista, dado que tiene miedo de lo nuevo. Expresiones como éstas identifican este ídolo: “para qué vamos a cambiar si siempre lo hemos hecho así; no nos compliquemos la vida, hagamos lo que siempre hemos hecho.” 

El segundo es ídolo de la caverna. Consiste en absolutizar lo aprendido a nivel personal, ya sea por la educación o por la experiencia que se ha adquirido. Ante este ídolo es importante anotar que no toda experiencia es directamente proporcional a la verdad, muchos argumentan tener mucha experiencia, pero a la hora de la verdad es más bien una pseudoexperiencia, han repetido un sinnúmero de veces y de años lo mismo. Estas expresiones corroboran lo afirmado: “es que así lo aprendí, así me lo enseñaron en la casa, de esta manera lo aprendí en la universidad o el seminario.” ¿No será necesario que reevaluemos lo aprendido para darle mayor sentido a lo que hacemos a diario? Hoy desde la pedagogía y otras ciencias sociales nos están invitando a desaprender, desconocer, descontaminar, despastoralizar, desclericalizar para así poder aprender, conocer y hacer pastoral. Atención acentuó el prefijo des. Esta postura muestra que lo que supuestamente hacemos lo tenemos que desaprender para empezar de nuevo nuestros aprendizajes y acciones pastorales.     

El tercero ídolo es llamado de foro o de la plaza; éste hace alusión a la mentalidad que se tiene de creer o aceptar que todo rumor o comentario que hace la sociedad es ya de antemano válido, indica que hay que hacer lo que pide la gente, porque eso es lo que le gusta, y porque si hacemos otra cosa se nos pueden ir. Es tan patético este ídolo, que se le da categoría de verdad y de seguridad a las meras opiniones que se gestan en las plazas o en las tales urnas virtuales. De una manera contundente, San Basilio afirmó: “de nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir según la opinión de los demás.” Según Bacon, éste ídolo es el más peligroso, ya que las palabras u opiniones pueden superar la realidad, incluso crearla a su antojo.    

El último es el Ídolo del teatro o de la autoridad. Éste tiene su consistencia en los prejuicios de creer que la verdad proviene de la “simple autoridad”, o asimilar o aceptar que verdad y poder, verdad y autoridad siempre caminan juntos. Dichos como estos dan razón de este fenómeno: “es que lo dijo tal personaje”, como si tal personaje no se pudiera equivocar. Estos ídolos teatrales serían los paradigmas que han puesto ciertas ciencias y prácticas y los cuales hoy en día hay que romper.

¿No serán estos ídolos los que no nos dejan avanzar y plantear cambios sustanciales en nuestra vida personal e institucional? ¿No serán estos ídolos los que hacen que permanezcamos en instituciones caducas y arcaicas con pocas respuestas a los nuevos retos que nos plantea el hombre contemporáneo que como decía el Papa Benedicto XVI, está sufriendo una mutación antropológica? ¿No necesitarán nuestras instituciones una mutación organizacional? ¿No estarán nuestras instituciones saturadas de estos cuatro ídolos? Quizás sean estos cuatro ídolos los que hacen ver cuadrado el mundo. Superar estos ídolos implica un profundo cambio de mentalidad. No olvidemos que el espíritu lo hace todo nuevo; además, la capacidad de pensar lo nuevo es el atrevimiento de avizorar el futuro en el presente.

Publicado en el periódico Vida Diocesana. Octubre 2011

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