viernes, 24 de enero de 2014

¿CIEGOS O TULLIDOS?


“¿Cómo anda usted, buen hombre?” Pregunta el ciego al tullido. Y el tullido le responde al ciego: “Como usted lo puede ver, mi buen amigo”.

Caminar y ver, dos verbos implícitos en esta conversación sencilla, pero profunda. Caminar y ver son dos realidades que no se pueden desligar en el quehacer pastoral.

La opinión de algunos medios de comunicación social y el resultado de diferentes investigaciones muestran que la Iglesia pierde cada día un número significativo de fieles por el poco conocimiento de la realidad. Este poco conocimiento de la situación hace que nos conformemos con lo que hacemos y tenemos, y ocasiona una miopía o parálisis pastoral. 

Realidades como el crecimiento de la pobreza, la perspectiva de género, el gran número de embarazos en adolescentes no deseados, el aumento del consumo de la droga, la fragmentación de la familia, la cosificación de las relaciones personales, el sincretismo religioso, la indiferencia de las personas frente al Día del Señor, la dicotomía entre fe y vida pública, la injusticia e indiferencia de tantos patrones con sus empleados o la religiosidad popular sin el compromiso del discipulado son problemas poco abordados en su profundidad en la planeación y acción pastoral. Aquí bien cabe afirmar con Ortega y Gasset: “no sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa.” 

Cuando no sabemos lo que nos pasa, ofrecemos supuestamente “respuestas pastorales” a un ambiente que exige otro tipo de pastoral. En ocasiones, respondemos a problemas de alto calibre con recetas “pastoralistas”, que en muchas circunstancias adormecen, pero no despiertan la autenticidad de la fe en los fieles. Este tipo de respuestas se da cuando no analizamos, ni pensamos, ni oramos, ni abordamos el contexto de la pastoral, o cuando simplemente la sentimos pero no la vemos, o la vemos pero no la sentimos. Ver y caminar, caminar y ver son dos verbos que no se excluyen. 

Esta realidad nos desafía e implica que tenemos que salir de nuestra ceguera y ampliar el camino de la panorámica pastoral. Si queremos ver más allá, tenemos que estar actualizándonos constantemente, incluso hay que interactuar con las otras disciplinas como la psicología, sociología, la filosofía e inclusive con las ciencias positivas. Cuando no nos actualizamos y seguimos haciendo la misma pastoral de siempre, podemos caer en la tentación de “la dictadura del pastoralismo, o sea, hacer por hacer, con tal de hacer”, marginando y excluyendo la reflexión y la formación en aras del hacer. Esto significa realizar una pastoral sin comprensión ni análisis de lo que pasa. Es una simple realización de eventos sin procesos ni objetivos claros, un recetario pastoral que no conduce a una evangelización eficiente. Ya los pensadores en contra del empirismo lo decían enfáticamente: “la mejor práctica es una buena teoría”, la mejor acción pastoral es una buena formación.

Parodiando al padre de positivismo, Augusto Comte, se puede concluir que “quien conoce el pasado es dueño del futuro”. En otras palabras, quien conoce la realidad es dueño del futuro. Así pues, que si no conocemos a profundidad el contexto de la realidad pastoral en un mañana, el número de fieles y de personas comprometidas con la evangelización será oscuro y dramático. 

“El momento es apremiante… Queda como solución qué...” 

Publicado en el periódico Vida Diocesana. N. 120 Marzo- abril 2009


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