Jorge Luis Borges, gran literato argentino y acérrimo crítico del fútbol, a manera de protesta programó una conferencia a la misma hora en que se jugaba un partido trascendental para la selección argentina en la Copa del Mundo que se celebraba en ese país albiceleste. «El fútbol es popular porque la estupidez es popular», afirmaba este maestro de las letras. Aunque tenga algo estúpido este deporte, uno de los temas obligados para aficionados y no aficionados en este momento, ha sido la victoria del Leicester, conocido como los The Foxes, de la Premier League, una victoria que ha sorprendido e inspirado no solo a muchos clubes de fútbol, también a grandes motivadores, empresarios y profesionales.
Leicester, un equipo pequeño, cuyo primer objetivo era luchar por no descender, se coronó campeón después de 132 años de historia. Esta escuadra se impuso a los grandes como Manchester United, Arsenal y Liverpool entre otros, un triunfo reseñado por algunos diarios como la rebelión de la working class de fútbol, equipo que sin muchas figuras ganó la liga inglesa. El valor de la plantilla de jugadores no pasó de los 55 millones de euros, que si se compara con los honorarios de James Rodríguez, le pueden pagar a todo el plantel y sobraría dinero. Este club contrató a un técnico en declive, despedido de la selección de Grecia por falta de resultados y contaba con algunos jugadores que en su mayoría sentían la necesidad de un segundo impulso en sus carreras.
Algunas reflexiones con respecto a esta victoria inusitada.
1. Hay equipos que juegan para un jugador, no para un equipo. ¿Será que es más el jugador que el equipo? Importantes las estrellas en los equipos, pero más importante el equipo porque en él todos tienen algo que aportar, de igual manera en una institución se debería trabaja para un objetivo común, no para el ego de un líder.
2. Ranieri, técnico del Leicester afirmaba: « ¿Qué necesitas para llegar? ¿Un gran nombre? No. ¿Un gran contrato? No. Sólo necesitas abrir la mente y el corazón, una batería cargada y correr con libertad». Cuatro realidades que todos necesitamos para triunfar en cualquier disciplina: mente, corazón, energía y libertad. Cuando se combinan y se trabajan de manera acertada estas cuatro dimensiones potencializamos nuestros propios talentos.
3. «Cada balón para nosotros es como el último». La vida está hecha de únicas oportunidades, depende de nosotros cómo las enfrentemos y cómo las proyectemos. Enfrentar y proyectar, dos situaciones presentes en toda institución, de acuerdo a su conjugación dependen el éxito o fracaso.
4. Darle confianza a los jugadores es darle libertad. La confianza es un don que potencia la libertad, no la inhibe, la vuelve dinámica y creativa. Sin libertad, los talentos se atrofian y se entorpecen por ello, aunque suena contradictorio hay que liberar la libertad.
5. Estimular el talento subvalorado: Algunos jugadores del Leicester provenían de equipos desconocidos y sin renombre, por ejemplo Vardy, el goleador, trabajaba en una fábrica y tuvo problemas en el pasado. Cuando hay confianza, la subvaloración es superada con resultados, este jugador necesitaba a alguien que confiara en él.
A manera de reflexión, humanicemos el fútbol y su lenguaje, no lo cosifiquemos, ni seamos partícipes del mercantilismo asombrador y esclavista que vitupera este deporte. La reflexión también aplica aún más a los comentarios de algunos periodistas y entrenadores que dicen que el equipo usó-utilizó a tal jugador. ¿Será que un equipo utiliza-usa a los jugadores? ¿No será más bien que se utiliza la pelota porque se juega con ella y no con los jugadores? Si no fuera así sería lógico afirmar que los jugadores usan el balón, los equipos usan los futbolistas, las federaciones usan los equipos y la FIFA usa a las confederaciones, por tanto, como los jugadores se usan se pueden comercializar. Simpático nunca he escuchado que se compró un entrenador, más bien se contrató. A propósito, nos parece un orgullo decir que James vale tantos millones.
A manera de colofón, en la pasada Semana Santa, «algunos católicos» poco tiempo tuvieron para celebrar el misterio pascual, puesto que la FIFA amañadamente condujo al pueblo a las nuevas catedrales del mundo, los estadios, y a los nuevos salvadores del momento. Ya no es la religión la que adormece al pueblo, es su señoría el fútbol quien lo adormece. Ojo, el fútbol también puede producir estúpidos.
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