Por José Raúl Ramírez Valencia.
Si de algo padecemos hoy en día, es del síndrome de la opinión. Buen número de personas creen saber de todo y además se otorgan la licencia para decir de todo a todos, sin tener siquiera el mínimo de prudencia. En el peor de los casos, inclusive, hacen uso de la engreída diferencia, que en estas últimas décadas se ha endiosado tanto que se abroga el derecho y la potestad de cometer los más abruptos abusos a la integridad de las personas. Pareciera que en aras de la diferencia se inmolan los más elementales valores del respeto y de la convivencia, cuando debería ser lo contrario.