martes, 18 de diciembre de 2018

INQUILINOS DE NOSOTROS MISMOS


José Raúl Ramírez Valencia 
José Ortega y Gasset en su obra La rebelión de las masas, afirma: «Estamos padeciendo un fenómeno fácil de enunciar pero no de analizar: el hecho de la aglomeración, del lleno. Las ciudades están llenas de gente, las casas llenas de inquilinos, los hospitales llenos de enfermos, los cafés llenos de consumidores […] lo que antes no solía ser problema, empieza a serlo casi de continuo: encontrar sitio» (p. 375, IV).

miércoles, 12 de diciembre de 2018

ETERNIZACIÓN DEL DISPARATE


Por José Raúl Ramírez Valencia. 
Dios no es problema, quizás las religiones, pero algunas pseudo creencias no cabe duda que lo son, pues en vez de hacer diáfano el misterio de Dios, lo enrarecen, distorsionan y opacan. «Dios no existe, pero existen las religiones», afirman los ateos. Es paradójico que muchas prácticas o expresiones religiosas no formen sujetos religiosos autónomos, solo personas débiles y temerosas, como baldragas o pacatos refugiados en el sucinto de sus «emociones doctrinales».

viernes, 7 de diciembre de 2018

ANTE UNA AGRESTE REALIDAD, UNA INTRUSA E INDÓMITA SANTIDAD


Por José Raúl Ramírez Valencia. 


El pasado 9 de abril se dio a conocer la exhortación apostólica del papa Francisco, Gaudete et exultate («Alégrense y regocíjense»), con el objetivo de «hacer resonar el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades» (p. 2, 2018).  
Quizás, la santidad es un tema en desuso en la Iglesia, otras temáticas son las que acaparan y convocan la atención de muchos fieles. Para un amplio sector de la sociedad es de poca valía e interés hablar de santidad, se concibe y se confunde como tema de mojigatos o de personas «raras» que en vez de asumir la vida con seriedad, suspiran por una levitación extraña y malintencionada como la del padre Nicanor, narrada en «Cien años de soledad».

ENTRE EL ADULADOR Y EL CRITICÓN: UNA ANALGÉSICA SITUACIÓN

Por José Raúl Ramírez Valencia 

Vivimos en una sociedad enferma y enrarecida por los “mequetrefes psicodélicos” que se pelean el protagonismo entre un buen número de consejos y comités, ya sean de tipo religioso, civil o estatal: los solemnes aduladores y los malcriados criticones. Respiramos aduladores por doquier, quizás sea por la baja autoestima o por hiperbólica subjetividad. Junto a este número de aduladores, aparecen los criticones inconformes, pesimistas engreídos, que intoxican y contaminan la atmosfera de la realidad. Dos fuegos cruzados y polarizados: la adulación engañosa, falaz y torpe, y la crítica orgullosa, petulante, sin conmiseración alguna.