Por
José Raúl Ramírez Valencia
En El extranjero, Albert Camus describe a Meursault, su protagonista, como un hombre extraño y difícil de comprender en su manera de enfrentar los acontecimientos de la vida. Tal vez sea un hombre indiferente o insensible. Meursault mata a una persona con la que no tiene una relación significativa y, tras ser capturado, el juez lo condena. Sin embargo, la sentencia no parece ser tanto por el asesinato, sino más bien por su indiferencia y falta de reacción ante la muerte de su madre.
Cuando recibe el
telegrama del asilo que le comunica escuetamente: “Falleció su madre. Entierro
mañana. Sentidas condolencias”, Meursault simplemente piensa: “Hoy ha muerto
mamá. O quizás ayer”. No expresa ningún sentimiento, y en el velorio fuma un
cigarrillo y toma café, como si se tratara de un conocido cualquiera. Después
del sepelio, regresa a su lugar de residencia y se encuentra con su vecino, un
hombre mayor llamado Salamano, quien, tras la muerte de su esposa, adoptó a un
perro con el que vive desde hace años en una pequeña habitación. La convivencia
los ha hecho cada vez más parecidos, a pesar de que se detestan mutuamente.
Salamano saca al perro dos veces al día, lo regaña y le habla como si fuera su
compañero. El perro tiene sarna, y Salamano, costras rojas en la piel. Ambos
caminan encorvados, con el hocico y el cuello inclinados hacia adelante, y
ambos tienen un carácter tosco. A veces, ambos “se toman del pico”.
Curiosamente, durante el juicio de Meursault, Salamano es llamado a testificar
y lo único que logra aportar es que había tratado bien a su perro y que ingresó
a su madre en el asilo porque no tenía nada de qué hablar con ella.
Tanto Meursault
como Salamano viven en mundos aislados, pero ambos comparten una incapacidad de
relacionarse emocionalmente con los demás, reflejando un vacío existencial
profundo. Los dos personajes parecen no encontrar valor en las relaciones
humanas, y por ello buscan consuelo en formas de compañía que no pueden
ofrecerles una satisfacción auténtica. Mientras que Meursault es apático hacia
las personas, Salamano intenta, aunque torpemente, establecer una conexión a
través de su perro. En cierto sentido, ambos son extraños en su propia
existencia; paradójicamente, el único ser “normal” parece ser el perro.
Salamano y Meursault tienen poco que decirles a los demás; están tan inmersos
en su propio mundo que la indiferencia y la insensibilidad son los rasgos
distintivos de su absurda existencia. No olvidemos que Camus es el pensador del
absurdo, y que las relaciones absurdas surgen de una vida carente de sentido.
La soledad un
interrogante existencial:
El perro
simboliza la soledad de Salamano. Después de la muerte de su esposa, Salamano
adopta un perro, quien, aunque no llena el vacío afectivo que ella dejó,
proporciona una estructura mínima en su vida. Esto puede entenderse como una
metáfora de cómo, al perder los vínculos afectivos con las personas, a menudo
los sustituimos por animales, adoptando así una estructura de compañía básica.
En la sociedad actual se observa un fenómeno similar: muchas personas renuncian
al contacto genuino con los demás y prefieren la compañía de mascotas a la de
seres humanos. A veces, incluso se elige una mascota en lugar de un hijo o un
hermano. Salamano vive en un profundo aislamiento emocional y social, y el
perro se convierte en su única compañía.
La desconexión
existencial: una pregunta existencial
Tanto Meursault
como Salamano están emocionalmente distantes de los demás. Meursault decide
ingresar a su madre en un asilo porque no siente que haya nada de qué hablar
con ella. Salamano, por su parte, maltrata a su perro, ya que no logra
establecer una relación afectiva con él ni con ninguna otra persona. Esto
sugiere que, cuando no somos capaces de formar vínculos significativos con los
seres humanos, podemos proyectar nuestras frustraciones en los animales o
adoptar una indiferencia hacia quienes nos rodean. En estos casos, la relación
con los animales o la indiferencia hacia las personas se convierten en formas
de compensación emocional.
Espejo de sí
mismo: una proyección existencial.
Salamano se ve
reflejado en su perro. Ambos comparten un carácter hosco; el perro sufre de
sarna y Salamano de costras en la piel. Esta similitud simboliza cómo las
relaciones de maltrato no solo afectan a la víctima, sino también deterioran al
agresor. En muchos casos, cuando las personas están emocionalmente deterioradas
y tienen poca capacidad para establecer relaciones auténticas, terminan
refugiándose en relaciones agresivas o proyectan en ellas sus vacíos
existenciales, sus angustias y emociones reprimidas, como la soledad y la
inseguridad en las relaciones humanas. El maltrato, en estos casos, puede verse
como un mecanismo de defensa ante la impotencia de establecer vínculos
afectivos genuinos. Para Salamano, el maltrato hacia su perro parece ser una
forma indirecta de lidiar con su propio vacío existencial. Que haya reducido su
interacción social solo a su perro también denota su aislamiento y alienación
profundos.
POSDATA: Cada vez que aparece un humano con una mascota surge la pregunta: ¿se parecen o son diferentes?
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