Por José Raúl Ramírez Valencia
En un texto escrito después de la Segunda Guerra Mundial, hablando sobre la serenidad Heidegger cuenta que lo invitaron a un acto conmemorativo por el centenario de la muerte del gran músico alemán Conradin Kreutzer. En sus palabras aduce que “cada vez se conmemora más y se piensa menos”; las conmemoraciones se han reducido a protocolos y actos sociales. Según la Real Academia Española, celebrar es festejar, ensalzar y elogiar, mientras que conmemorar es recordar con respeto. Reconociendo la diferencia evidente entre celebrar y conmemorar, no está de más ampliar la expresión de Heidegger y decir: hoy se conmemora y se celebra más, aunque se piense menos. Se buscan pretextos para celebrar y excusas para huir del pensar.
Muchas celebraciones y conmemoraciones redundan en evaluaciones sobre lo logístico, la integración y el entretenimiento; importa el “encuentro” aunque el razonar quede inactivo. En fin, abundan los motivos para celebrar y escasean los encuentros para pensar; mejor dicho, los escasos motivos que se tienen para pensar terminan en momentos para celebrar. Solo por poner un ejemplo, el 8 de marzo día internacional de la mujer, muchas instituciones celebran y agasajan a las mujeres, les regalan flores, pero poco se reflexiona sobre la realidad y los retos de la mujerDespués de una celebración -aclaro
no de todas-, un buen número de personas regresan más emotivas y emocionales, cuando
no más masificadas y manipuladas, con pocos deseos de pensar y con la
mentalidad prosaica de que la vida es sencilla y no hay razones para complicarla.
No es trova sino realidad: En muchas reuniones eclesiales, empresariales y comités
educativos, abunda la buena mesa y el sinnúmero de puntos varios y, paradójicamente,
el pensar reflexivo está ausente, aunque el motivo que convocaba la reunión era
pensar la realidad. Cuando se piensa se cuestiona, no solo la monotonía de los quehaceres,
sino también la autenticidad y la ética de lo que hacemos. Quien piensa toma distancia
atenta, quien piensa des-cosifica los eventos y las cosas. Si se pensara más seríamos más creativos.
Heidegger, en el mismo texto, advierte
con respecto a las noticias, “que se toman por el camino más rápido y económico y
se olvida en el mismo instante con la misma rapidez”. Las noticias son tantas y
tantas las posibilidades de acceder a ellas -medios de comunicación y redes
sociales- y para colmo de males, en no pocas ocasiones las presentan como un
sainete o una tira cómica para que creamos que son una mezcla de realidad y
entretenimiento. Somos presa del activismo noticiero, el afán de estar al día
impide pensar, cada vez somos más irreflexivos.
En otro apartado, Heidegger afirma: “el
pensamiento es un huésped inquietante que en el mundo de hoy entra y sale de
todas partes”, poco habita nuestro ser. Según Heidegger, no es que no se piense,
sino que se dilapida la capacidad de pensar en cuestiones de cálculo. Muchos comités
empresariales, eclesiales y educativos se reúnen para llenar formatos, responder
encuestas y analizar datos sobre la eficiencia y eficacia, y a eso lo llaman
pensar. La ciencia no piensa; según Heidegger, se redujo a lo cuántico, olvidó el
pensar meditativo que constituye al ser del hombre. Quien se centra en el pensar
cuantitativo huye del auténtico pensar. “Pobres y faltos de pensamiento” es el diagnóstico
del tiempo actual. Pobres en cuanto todo se reduce a la opinión y al deseo
personal, y faltos en cuanto que el ropaje de los datos y las encuestas son
presentados como la esencia del pensar. Sin pensamiento reflexivo, ni las instituciones
ni la sociedad avanzan; quizás sean más eficientes y eficaces, mas no sabias. El
pensar meditativo deja desnuda la superficialidad de aquellos que confunden el
ser de las cosas con los datos sobre las cosas.
El hombre de hoy padece
un desarraigo del pensamiento, vive metido en la información y en la técnica,
esclavizado y enajenado, llama pensar a su deseo emocional y calculador. El
problema es que no se ha dado cuenta de que está huyendo del auténtico pensar y
cree que está pensando. Así mismo, el pensar práctico no deja espacio al pensar
meditativo. Se sigue haciendo lo que se venía haciendo, no hay necesidad de
repensar lo que hacemos, ni mucho menos esforzarnos en pensar nuevos proyectos.
No es casualidad, se convoca una reunión para pensar y se termina haciendo lo
mismo, por falta de un esfuerzo del pensar. El pensar meditativo exige disciplina
y un arduo entrenamiento.
El filósofo español
Ortega y Gasset, en la época del positivismo científico y del psicologismo
preponderante, propuso la razón vital: una razón que cuestione la vida y una
vida que interrogue la razón. Somos más que celebraciones; celebremos, pero no
huyamos del pensar responsable.
POSDATA: En muchos
consejos abundan los señores calculadores y los aduladores de turno, que opacan
el pensar meditativo. Solo el pensamiento reflexivo puede confrontar y
cuestionar las cifras ensordecedoras que decoran y distorsionan la realidad.
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