lunes, 2 de febrero de 2015

CARA Y SELLO DEL INCONFORMISMO

José Raúl Ramírez Valencia 

En esta época de diagnósticos y de planes operativos en distintas instituciones uno de los elementos que más aflora es el inconformismo, realidad de difícil análisis. El inconformismo crea confusión, desánimo y malestar. Pareciera ser que ya no es una cuestión circunstancial o particular, sino generalizada en diferentes sectores de la sociedad, algunas entidades y un significativo número de personas. Tener contento a todo el mundo es imposible, ¡ni siquiera mi Dios puede hacerlo!. Una de las causas del inconformismo es que tenemos visiones e intereses distintos. Se mira con diferente cristal la política, el fútbol, la Iglesia, los impuestos y las organizaciones.
Del inconformismo al pesimismo hay un paso; se cree que todo funciona torpemente, nada nos satisface, ni mucho menos se acomoda a nuestros intereses personales. Ante este inconformismo se desata una actitud de indisposición, donde la atención se pone fuera de nosotros; los otros son los regulares-mediocres y nosotros un dechado de virtudes. Desde este punto de vista este malestar, se convierte en justificación y sofisma para no hacer nada y criticar todo. Frente a este panorama vale pena tener presente la expresión de Goethe: “la paloma protesta contra el aire, sin darse cuenta que es lo único que le permite volar”. 

Las preguntas que se suscitan con respecto al inconformismo son de diferente cariz: ¿será que el problema está en nuestro interior o en nuestros ideales? ¿No será que hemos perdido la brújula de orientación? ¿o nos estamos comportando como niños malcriados cuando le quitan o no le dan la gustosa golosina? ¿o no será este inconformismo una ocasión propicia para tomar con mayor madurez nuestros compromisos? 

Desde otra óptica el inconformista también puede tener un acento optimista, por tanto, no hay que señalarlo como un resentido-frustrado o una persona problemática que desestabiliza las instituciones, más bien hay que observarlo como un signo de esperanza. Hay inconformes con posición crítica y no criticona. El inconforme crítico, escucha, analiza, discierne, propone y sin abdicar a su subjetividad clama y reclama objetividad en los procederes. El inconforme crítico es una persona con sindéresis, raciocinio y espíritu profético que busca vivir desde la veracidad y la verdad, es decir, es una persona sabia, objetiva y virtuosa. El inconforme puede estar revelando sabiduría. 

La inconformidad puede suscitar confusión-caos, pero también esperanza. En el inconforme sin sentido salta el niño que no maduró, mientras que en el inconforme con sentido aflora el hombre maduro y autónomo. La historia y más concretamente las instituciones deben escuchar y ponerle atención al pálpito de los inconformes, pues, cuando se manifiesta algún malestar, algo pasa, ya sea en el mundo interior de las personas o en el exterior. 

Tres situaciones para analizar frente al inconformismo: Inconformes con el inconformismo: Consiste en el grupo de personas que les cuesta tolerar y aceptar a los inconformes, los tachan de desadaptados y desagradecidos con el sistema, incluso de problemáticos para la institución, no admiten que otros piensen de otra manera; el poder los ensordece, buscan acallar, marginar y enviar a la diáspora a los inconformes. Conformes con el inconformismo: Son aquellos que están en el poder y no se dan por enterados del malestar en los miembros de la institución, no se les ocurre nada, ni tampoco hacen algo para salir de tal situación, no leen ni se preocupan por cambiar. Inconformes con el conformismo: En este aspecto son los superiores los que se sienten inconformes con la pasividad, mediocridad o altanería de algunos miembros de la institución. ¿En cuál de estos inconformismos te ubicas? O ¿habrá otra alternativa de inconformidad?

Artículo publicado en el periódico Vida diocesana. Enero 2015  

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