José Raúl Ramírez Valencia.
El
27 de junio en Estados Unidos es el día de Helen Keller, una mujer destacada
por su oratoria, sus escritos; promotora del sufragio femenino y su compromiso
social. Cuando uno escucha esta cantidad de pergaminos se imagina a una persona
con la plenitud de sus cinco sentidos y sin limitación alguna. Helen fue una niña
que nació sana, pero a los 19 meses, debido a una enfermedad, quedó ciega y sorda. ¿Cómo una persona sorda y ciega consigue ser una gran
escritora y oradora? He ahí el milagro
de una buena pedagogía.
Helen,
debido a sus discapacidades, se convirtió en una niña malcriada, mimada,
grosera y demandante; la cual se enfurecía con facilidad. Su familia, sin
querer y buscando lo mejor para ella, la complacían en todo, pero sus actitudes
reforzaban dicha conducta. A los siete años sus padres, dado su estrés y su
frustración por no poderse comunicar con ella, buscaron una profesora que le
ayudara en su desarrollo comunicativo. Ann Sullivan, fue la profesora
recomendada por la Universidad, una discapacitada visual graduada del instituto
Perkins para ciegos.
Lo
primero que hizo la profesora con la niña fue retirarla del ambiente familiar:
la complacencia de sus padres reforzaba sus groserías y altanerías, anulándole-limitándole
el talento y las posibilidades de despertar a un mundo comunicativo. “Su amor
por Helen en este momento es un obstáculo mayor que su ceguera o sordera”, afirmaba
la profesora. Hay entornos familiares, escolares universitarios y de seminarios
que con tanta conmiseración y sobreprotección están anulando, estropeando y
aquietando el talento humano. Mirar y tratar a las personas con sentimientos de
minusvalía impide que las personas se confronten y desarrollen habilidades por
sí mismas. La preocupación de la educación incluyente es, precisamente, la de
hacer sentir aptas a las personas con cierta discapacidad, capaces de
desarrollarse y ser competitivas como el resto de personas sin dificultades. También es tarea de la educación -confrontar
o porque no decirlo contrarrestar- tantas complacencias dañinas y tolerancias
permisivas que presentan tantos hijos y estudiantes que prefieren cobijarse con
el manto de la sobreprotección. La no exigencia de un comportamiento normal-adecuado
y la “egocentría”, en muchas circunstancias, hacen que permanezcamos ciegos, sordos
e inútiles para el mundo.
“El
lenguaje es más importante para la mente que la luz para los ojos, sus sentidos
están afectados, no su mente, ella debe tener lenguaje”; intuía Ann Sullivan. Helen
sentía gran furia a ver que los otros utilizaban su boca para comunicarse y ella
no podía. Después que la profesora confrontó la conducta de Helen y la de sus
padres, comenzó a comunicarse con ella a través del deletreo de palabras: en lugar
de pronunciarlas las escribía en su mano. Al principio se resistía al no entender
que había una palabra asignada a cada objeto. Luego simplemente sentía el
tacto-contacto y expresaba la voz de su intimidad. El tacto es el sentido más
completo, pues, sintetiza todos los sentidos, no ver y/o no escuchar es
dramático, pero no sentir (tacto-contacto)
es trágico. Por ello, fue el sentir lo que hizo que Helen expresará la hondura
de su corazón.
¿A
quién reconocerle el talento, a la niña o la profesora? He ahí el dilema. Disciplinar
a Helen sin destruir su espíritu fue el gran logro de la profesora. Todos estaban
pendientes de sus deseos, sentían lástima, pero no procuraban educarla. “Tener
lástima por alguien es desperdiciar energía, tenerla por uno mismo es aún peor”,
“lo que se le exija a la niña, será lo que ella sea”, afirmaba vehemente la
profesora a los papás.
La
profesora fue elogiada por Helen por su comprensión, inteligencia y tacto
amable. También aprendió a leer los labios de las personas mediante el tacto, sintiendo
su movimiento y sus vibraciones. Ligh in My Darkness (Luz en mi oscuridad) es
el título del libro escrito por Helen en 1927. Cuando el corazón ve y cree en
sus potencialidades no hay ninguna oscuridad posible; existe una gran
diferencia entre ser limitado y pensarse limitado, entre ser limitado y actuar
como limitado. El ser humano también es posibilidad en la oscuridad.
Publicado en el periódico Vida Diocesana Agosto 2014
Excelente, gracias amigo por su aporte a la humanización de la vida.
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