José
Raúl Ramírez Valencia.
En
diferentes escenarios, el valor que más está de moda es la responsabilidad.
Incluso el paradigma ha cambiado: primero se hablaba de la responsabilidad retrospectivamente
-como hice esta acción- respondo por ella; hoy en día la responsabilidad se
analiza más en prospectiva. Uno de los pensadores que más ha aportado en esta
concepción de la ética ha sido Hans Jonas, por medio de su imperativo: “Obra de
tal manera que los efectos de tu acción no sean destructivos para la futura
posibilidad de esta vida”
Cada
acción ha de ser mirada y estudiada con los efectos del futuro, toda acción que
realice no solo la tengo que sopesar, sino que también le tengo que calcular
milimétricamente los efectos del mañana. Concretamente, si estoy investigando
sobre la clonación de personas humanas o construyendo una bomba atómica, tengo
que medir los alcances perjudiciales de estas “investigaciones” para la
sociedad. Este principio exige contundentemente la responsabilidad con el
presente; la persona humana no solo es futuro, también es presente.
“Estamos
parados sobre el pasado, oteando el futuro”, decía Ortega y Gasset. Parados, somos
deudores de un pasado, de una tradición: buena o mala, la historia no empezó
con nosotros; pasado que se convierte en nuestro presente-terreno; uno vive, se
expresa, se relaciona y sueña a partir de la historia que ha asumido o ha
rechazado, pero es un presente que debe estar oteando el futuro, es decir,
somos curiosos, cuidadores, curativos del futuro, según pensamiento de Heidegger.
Una ética de cara al futuro se ocupa y preocupa del mañana.
Para
algunos existencialistas, somos futuro, pero más que futuro somos
presencia-presente. El presente reclama responsabilidad con el futuro. Un universitario
mediocre con su presente es un irresponsable con el futuro de su profesión. La
irresponsabilidad con el presente trae como consecuencia una segura
indemnización. Este concepto de indemnización hay que ampliarlo y no dejarlo solo
en el plano contractual-laboral, sino aplicarlo a otros escenarios. Por
ejemplo, un profesor que no exige lo suficientemente por mediocridad, o por
lograrse el aplauso de los también mediocres, o no es experto en la materia, o
enseña errores, o solo transmite
información, pero no sentido de vida, sin duda está causando un grave perjuicio
a sus estudiantes, y por ende, también a la sociedad, situación que reclama
indemnización, dado que el alumno en ese tiempo y espacio estaba dispuesto a formarse
integralmente, su mente estaba centrada y abierta al conocimiento, pero el
profesor lo perjudicó al no exigirle o no darle todo lo que el estudiante
necesitaba para su profesión. Solo por aterrizar la reflexión, un ingeniero
civil mediocre responde a un proceso académico mediocre, y el hoy ingeniero
mediocre mirará con recelo a su profesor mediocremente-superficial, que no le
exigió.
En
otro plano, una evangelización que en su catequesis deforma la imagen de Dios -ya
sea por su subjetividad académica, o su poca apertura a la razón, o por otro
interés de índole monetario-, seguramente esa persona o esa comunidad “deformadas
en su fe”, o de “pronto ateas o indiferentes”,
pasarán cuenta de cobro a sus supuestos evangelizadores por no haber respondido
con altura a ese momento coyuntural. En el campo afectivo, una persona que manipula
las relaciones afectivas, controlando y vigilando a la persona con sus celos y
no dejándola abrir más el círculo de amistades pagará sus consecuencias al ver
a esa persona poco realizada y con una dependencia enfermiza. El hombre es
futuro, porque es presente y es presente porque es pasado. El ser humano no se
lanza a la deriva, es un ser con cimientos.
Un presente mediocre, amenaza segura de futuro; educación permisiva y
mediocre, amenaza segura de futuro.
Artículo
publicado en el periódico vida diocesana. Año 43. N. 154.Marzo 2014. ISSN
2248-8324
Padre, muchas gracias por sus pensamientos en torno a la responsabilidad con la vida, con el presente y con el futuro, eso es amar al prójimo. Seguramente cumplir la voluntad de Dios es actuar reflexivamente. Dios lo bendiga.
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