José Raúl Ramírez Valencia
Al comienzo de cada año, en muchas instituciones, surge una pregunta recurrente y aparentemente trivial: ¿hubo cambios? ¿Cambiaron al gerente, al profesor, al párroco o al vicario? Aunque se hable de cambios, la respuesta en algunas instituciones se da desde la perspectiva del movimiento. Entonces, cabe preguntarse: ¿Nuestras instituciones necesitan cambios o movimientos? Todo cambio implica un movimiento, pero no todo movimiento implica cambio. De Chávez a Maduro o de Fidel Castro a Raúl, hubo movimiento, rotación en el poder, continuidad en las dinamicas, pero no un cambio real. Del mismo modo, con el Concilio Vaticano II, ¿fue aquello un movimiento o un cambio eclesial? Por otro lado, figuras como Gandhi y Mandela impulsaron procesos que no solo movilizaron a las masas, sino que cambiaron las estructuras de sus países. Ahora en este momento de la historia, la pregunta es oportuna: ¿deseamos cambios o movimientos?
El movimiento se refiere a un simple traslado. Por ejemplo, decir que Bancolombia "se movió" indica que sus instalaciones cambiaron de lugar, pero sus servicios permanecen iguales. En contraste, afirmar que Bancolombia "cambió" sugiere una transformación más profunda, como una modificación de políticas que, tal vez, prioricen repartir ganancias e intereses entre los usuarios en lugar de los accionistas. El movimiento implica continuidad dentro de un esquema establecido, mientras que el cambio introduce nuevas perspectivas, visiones y políticas. El movimiento suele limitarse a una rotación de roles y poderes, manteniendo la misma lógica; a diferenia del cambio que rompe con esa lógica. Los movimientos tienden a perpetuar y reforzar las circunstancias existentes, mientras que los cambios las cuestionan, enriquecen, transforman o, en ocasiones, las alteran profundamente. Por eso el cambio es más traumático, dramático, profundo y comprometodor. Todo cambio, a la vez que es un reto personal, es también un desafío institucional
Publicado en el periódico Vida diocesana. N. 152. Enero 2014 ISSN 2248-3324
Yo amo los cambios, los movimientos son una cortina de humo..una falacia en la mayoría de los casos
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