jueves, 7 de enero de 2021

ALEJANDRO TIENE UN HUMANO

 

José Raúl Ramírez Valencia.

¿Quién es Alejandro? ¿quién es el humano? Dos preguntas provocadoras en un lugar con todas las comodidades habidas y por haber, donde no falta nada de lo innecesario pero lo necesario queda en cuestión. En un lugar en el que no se sabe que es lo esencial porque lo accesorio invade todo, vive un ser que lleva por nombre Alejandro, (llevar no significa que tenga tal o cual identidad). No tengo la certeza de si, cuando escuchar el sonido, no el nombre, es consciente de su significado. Tampoco sé si comprende la grandeza de su nombre; su imaginación es mínima.   

Lo que puedo afirmar es que, al escuchar los sonidos de su nombre, no percibe lo universal, simplemente reacciona. No sé si con claridad de entendimiento o con una mera respuesta biológica al vaivén de ese "supuesto" nombre, Alejandro. Tampoco tengo certeza de si habita o vive su "yo" de Alejandro, o si su "yo" se pierde en la especie, sin historia propia, limitado al aquí y ahora del tiempo y el espacio. No tiene memoria del ayer ni visión del mañana. Como intuye Borges en El Inmortal, solo los inmortales habitan en lo singular, y agrego yo, con plena conciencia de su propio ser. Este pensamiento me lleva a una pregunta intrigante: ¿Alejandro será un animal mortal o un animal inmortal? Dada la abundante atención y los excesivos cuidados que recibe, uno pensaría que se trata de un canino inmortal, rodeado de privilegios que parecen desbordar cualquier esquema.

A propósito, en una ciudad, no europea sino colombiana, en su afán de civilización, el burgomaestre tiene como iniciativa integradora ofrecer Sisbén para todas las mascotas, porque ya en esta ciudad de lo innecesario es un atentado decir que el perro se llama Alejandro, simplemente hay que decir Alejandro, un nombre incluyente y genérico.  

En un futuro, estos "inmortales" no solo tendrán Sisbén, sino incluso una tarjeta dorada para acceder a todos los beneficios ciudadanos. El canino llamado Alejandro tendrá, entonces, su tarjeta dorada. Según la atención que recibe, su inmortalidad parece incuestionable. Curiosamente, muchos de los supuestos humanos no se preocupan por la inmortalidad de sus semejantes, pero desean que el canino Alejandro sea semejante a ellos para conservarle esa aparente eternidad. A través de estos cuidados extremos, pareciera que se les quisiera decir: "Cambien de comportamiento, queremos que sean 'casi' humanos". Y es que ellos son compañía, y los humanos, casi compañía también.

Cuenta la historia que Alejandro Magno se encontró con un soldado de espíritu débil y le preguntó: "¿Cómo te llamas?" "Alejandro," respondió el soldado. "Entonces, o cambias de nombre o cambias de comportamiento", le dijo el rey, incapaz de soportar que alguien sin fuerza llevase su nombre. Hoy, Alejandro Magno no podría creer que un perro lleve su mismo nombre.

Hubo una época en la cual Alejandro humano domesticaba al perro, ahora es Alejandro canino, quien doméstica a Alejandro humano. Hoy por hoy, Alejandro perro tiene más privilegios que Alejandro humano. Alejandro humano trata a Alejandro perro como si fuera Alejandro humano y Alejandro perro tiene tanta incidencia en Alejandro humano que pareciera que fuera su esclavo. Trabaja para él, le compra los mejores vestidos y las mejores comidas, no permite que se le excluya ni de las fiestas ni del culto religioso. En las reuniones familiares son el centro de atención, la comida se la deben servir en la sala, en los paseos primero está el bienestar de las mascotas que de las personas. Se podría pensar que el presupuesto para Alejandro canino es más alto que para Alejandro humano; convertido en un nuevo miembro de la familia con derechos y dignidad. Por favor, ayúdenme a dirimir este conflicto existencial- social, ¿Alejandro canino tiene un humano o un humano es esclavo de Alejandro canino? Como bien dice la filósofa Edith Stein, "Sobre la no claridad se puede hacer claridad."

Jorge Giraldo (2020), en un artículo de opinión en El Colombiano, escribe: "Se llama zoonosis a las enfermedades que se transmiten entre animales y seres humanos. Muchas de las epidemias internacionales, como la gripe aviar y el nuevo coronavirus, son tipos de zoonosis. Nadie, sin embargo, se pregunta si la extraña nueva relación entre personas y animales domésticos debería ser cuestionada. Gente que besa perros, duerme con gatos y abraza cerdos, ¿no serán los progenitores de la próxima pandemia?" (El Colombiano, 15 de noviembre, p. 24).

Recordemos que las personas tienen dignidad, y los animales, valor y merecen respeto. Atribuirles dignidad sería problemático tanto para los animales como para los seres humanos, pues implicaría considerarlos sujetos de derechos y responsabilidades. Estamos presenciando una devaluación del ser humano frente a una inflación de otros valores y, a veces, de otras especies.

Posdata: Diálogo entre dos señoras. "Mi hija tiene tanta claridad en la vida que no sabe a quién quiere más: si a su esposo o a su mascota."


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