Por.
José Raúl Ramírez Valencia.
Era por cierto una tarde del 15 de enero de 2009: Todo trascurría normal en el aeropuerto La Guarda de New York. Sin ningún motivo particular, el vuelo 1549 de US Airways recibía sus 150 pasajeros, venidos con maletas y equipajes, llenos de esperanzas y abrazos de despedidas, cada uno con el deseo de aterrizar en la ciudad de Charlotte. Para algunos el viaje no revestía ninguna novedad, una rutina más; para otros, más que un viaje, era un volar hacia otros rumbos, nuevo trabajo, nuevas aventuras… en fin, la novedad de una nueva experiencia. Como siempre, los cinco tripulantes revisaron cada detalle antes de que el avión despegara. Pasajeros y tripulantes estaban más que satisfechos con el abordaje, todo estaba en orden.